viernes, 24 de diciembre de 2021

Hogar.


Me gusta que me provoques,
me gusta sentir tu saliva inundando mi boca,
me gusta rendirme a tus pies
para que me hayas de las tuyas
y descubrir,
que en silencio 
también creamos fuego
haciéndonos polvo.

Tienes todo lo que no buscaba 

y que ahora no puedo dejar de echar de menos. 


Tus besos húmedos 

que me sacan una risa tonta, 

tú lengua 

pidiéndome guerra, 

tus manos 

buscándome bajo la ropa, 

tus piernas 

enredándose en mi cintura para no dejarme escapar,

y me pides una vez más, 

un asalto más;

me gimes todo lo que me gusta, 

me muerdes donde me vuelvo débil

para llevarme hasta tus trampas.


Y es que eres mi reina mora, 

mi diosa griega del Olimpo;

no logro resistirme a ti.


No soy capaz de detener 

a este corazón 

salvaje 

y atolondrado. 


Quiero que sepas

que en este mundo de hipocresía, 

quiero que seamos dos bichos raros 

a los que todos miran, 

pero a los que nadie ve. 


Sé que eres hogar,

sé que eres el lugar

dónde volver a encontrarme

y reencontrarme

aunque mi naufragio

y mi desorden 

no tengan nunca un final. 


“Como un vicio que me duele, 

quiero mirarte a los ojos

y besarte hasta morir”.


Pequeño gigante de hierro.


 Volver a conocer a tu enemigo,
volver a mantener esa lucha diaria,
volver a compartir la misma habitación,
sin sentirte fuerte,
ni quiera valiente,
pero a veces
no hay otra opción
ni otra elección.

Te obligan a "sobrevivir",
ese es el grito
que todos dicen,
que nadie escucha.
Y es otro día triste,
otro día que finges sonreír,
que todo va "bien",
sin ganas de ocultarlo en el fondo,
forzando el autoestima
hasta el suelo
y todo ello,
porque nadie quiere
ver los desastres
que se crean
a raíz del egoísmo.

Mi grito
asfixia,
se revuelve,
ahoga
y quema;
todos lo ven,
pero nadie lo abrazan.