Sensación que provoca que la piel se erice, y ya no por
frío. Porque todos tendemos a relacionarlo con ese impulso, o igualmente
denominado acto reflejo. Sin embargo, no nos paramos a pensar en la idea de que
puede ser por esa persona que es capaz de tocarte y conseguir ponerte nerviosa, aparentemente en
segundos, o cuando susurran al oído algo que a ti se sube las mil pulsaciones,
también posiblemente cuando suena una canción que te remueve el estómago por
dentro, o llega un mensaje que te puede partir en dos, empezando por la parte
más débil, el pecho. Donde te refugias bajo una coraza inmensa. Por miedo, por
fracasos, porque te niegas a que te vuelvan a hacer daño si tú no estás
preparada. Entonces, es cuando pasas a convertirte en alguien fuerte, inaccesible,
inalcanzable para todos.
¿Y cómo te deshaces de esa coraza que te cubre? ¿Cómo pueden
los demás acceder? Tienen que meterse dentro de ti, contigo mejor dicho. Deben
de conocer tus miedos y fracasos, todo el caos de persona que eres. Todo aquello
que te hace realmente ser débil, todo eso que te obliga a hacerte fuerte para
no permitirle a nadie tu propia destrucción.
Somos capaces de tener fe ciega (en el fondo) por esa persona que consigue hacernos confiar
y permitiros ceder un poco. Vamos a elegir muy bien quienes serán los que
formen parte de nuestro círculo, de nuestra vida. Porque ya nos hemos
equivocado innumerables veces.
Personas frágiles, pero de corazones profundos.