—
¿Te gustan los parques? Porque a mí sí, es
emocionante como un niño se acerca a otro y le dice: “¿Jugamos?”, y se ponen a
jugar —dijo. No sé, cuando te vi pensé que querías jugar conmigo. ¿Jugamos?
—
¿A que jugamos? —respondió él.
—
Eso es lo que nos diferencia de los niños. Ellos
siempre quieren saber a qué están
jugando. Pero tú y yo, vamos a descubrirlo mientras jugamos —Dirigió su mirada
hacia la taza de café que sostenía en sus manos.
—
¿Cuánto va a durar el juego? —Se aproximó más
hacia el cuerpo de ella, casi intimidándola.
—
Hasta que nos aburramos—se mordió el labio
inferior, limitándose a mirarle.
—
¿Hay reglas?
—
Sí, hay reglas. No quiero que averigües nada
sobre mí. No quiero que sepas quién soy. Así que nada de teléfonos.
—
¿Algo más?
—
Te gusta ir poco a poco, a mí no. No me gusta
perder el tiempo. No quiero rodeos ni silencios incómodos. Así que si te
pregunto algo, me respondes en el acto.
—
¿Y si no me da la gana? —dijo él en tono burlón.
—
Miénteme, mentir es mucho más divertido y
creativo que decir la verdad. Yo confío mucho en la mentira. Como dijo alguien:
la mentira siempre dice la verdad.
—
¿Quién dijo eso?
—
Yo, hace dos segundos —respondió ella.
—
Muy bien, te mentiré. ¿Alguna norma más?
—
Sí, la más importante. Pase lo que pase, no te
enamores de mí —Ella se volvió hacia su bolso para ir recogiendo sus cosas,
tenía prisa.
—
¿Es peligroso? — preguntó él en tono misterioso,
observando los movimientos de ella.
—
Sí, mucho —afirmó ella.
—
¿Para mí o para ti?
No hay comentarios:
Publicar un comentario