me gusta sentir tu saliva inundando mi boca,
me gusta rendirme a tus pies
para que me hayas de las tuyas
y descubrir,
que en silencio
también creamos fuego
haciéndonos polvo.
Tienes todo lo que no buscaba
y que ahora no puedo dejar de echar de menos.
Tus besos húmedos
que me sacan una risa tonta,
tú lengua
pidiéndome guerra,
tus manos
buscándome bajo la ropa,
tus piernas
enredándose en mi cintura para no dejarme escapar,
y me pides una vez más,
un asalto más;
me gimes todo lo que me gusta,
me muerdes donde me vuelvo débil
para llevarme hasta tus trampas.
Y es que eres mi reina mora,
mi diosa griega del Olimpo;
no logro resistirme a ti.
No soy capaz de detener
a este corazón
salvaje
y atolondrado.
Quiero que sepas
que en este mundo de hipocresía,
quiero que seamos dos bichos raros
a los que todos miran,
pero a los que nadie ve.
Sé que eres hogar,
sé que eres el lugar
dónde volver a encontrarme
y reencontrarme
aunque mi naufragio
y mi desorden
no tengan nunca un final.
“Como un vicio que me duele,
quiero mirarte a los ojos
y besarte hasta morir”.