viernes, 19 de febrero de 2021

Begin again.


   Siempre he sabido que,

si se trata de oveja negra,

aparece mi nombre en el diccionario. 

 

Aparece lleno de automatizaciones y expectativas

de las que estoy cansada de asumir cada día.

 

Estoy cansada de no poder equivocarme,

de no gobernar mi vida por mis decisiones

y mis juicios de moral

(porque siempre querrá opinar alguien),

de no poder llorar

porque siempre hay preguntas

que no me dejan respirar.

 

Entre eso y otras cosas,

he decidido rendirme.

He decidido rendirme

porque no quiero envenenarme.

 

Porque ahora lo único que necesito

es que me pregunten como me siento,

sí soy feliz y que realice sucesivas preguntas que se relacionan,

pero que hace mucho que nadie las hace.

 

Quiero poder mirar a mi pareja

y poder decirle que todo está bien,

que no siento esa presión en el pecho,

que sólo tengo ojos para ese momento

y no siento esas ganas de irme de algún lugar

sólo porque no dejo de pensar

en todas las cosas que tengo en mi cabeza.

 

Quizás esto me lo escribo a mí,

porque hace mucho que me abandoné,

que no me he dado el valor que me merezco

y porque se me olvidó querer a la persona más importante;

a mí.

 

A la que se mira frente al espejo

y se odia cada día

por tener que haber fingido lo que no es,

lo que no quiere ser,

lo que no necesita en estos momentos.

 

Pero también me admiro,

porque soy tan fuerte de seguir adelante

que no necesito ninguna medicación

para soportar tanto golpe día tras día,

ni me he olvidado de sonreír.


Y entonces un día,

empiezas a vivir de nuevo.

 

Te perdonas,

reinicias,

encuentras paz

entre el ruido de la gente.