miércoles, 25 de octubre de 2017

Kill em with kindness.



"Ya no es Madrid, 
ni cada una de sus calles, 
ni su recuerdo en mi cama... 
ni su olor en mi ropa,
ni más besos de mentira.

Porque eso fue: una mentira.

Mal contada por una boca que nunca ha dejado ese vicio. 
Ni de la que me quiero seguir alimentando cuando llegue el invierno. 

Me pedías que creyera en una realidad inventada, a lo que tú llamabas querer cuando se trataba de una patraña más de la colección de promesas, bragas y sonrisas rotas.

Hasta que llega un día en el que te das cuenta que mereces más de lo poco que te han dado. Abres los ojos y ahí está la hostia contra el suelo que esperabas, ahí está, y esta vez no dudas en aferrarte para salir de ese círculo vicioso; de la montaña rusa que no sabes controlar.

Aunque otros crean que no darán la talla, lo cierto es que cualquiera podría haber superado un listón tan mediocre.

Pero a mí, no me valía cualquiera. 

Sino alguien que supiera verme las cicatrices por dentro, y aún así,
me abrazara como una madre abraza a su hijo. Diciéndole que ya no hay miedos, que no te dejará solo... y que por mucho que duela, soportará contigo los puñales por la espalda.

Llegar a casa y ver que es tu hogar. Al que volverás siempre que necesites esconderte, llorar o incluso sentirte pequeño.

Que sea Domingo y sepa que tendrás un mal día si no te come a besos ya por costumbre.

Tengo el pecho abierto para ti, para que aprietes el gatillo de esa pistola y me des justo donde quiero que te quedes el resto de mi vida

Déjame ser tu bala perdida.
Tu amor aquemarropa.
El renglón torcido de Dios,
que no encaja en esta sociedad de cuerdos.

No quiero más, ni menos, quiero lo que tu me das.

Como cuando susurras  "me quedo cinco minutos más" y me hagas cinco minutos más feliz entre tus labios y tus piernas (dónde quiero ahogarme a mar abierto).


Eres el revolver que guardo en el cajón para que matar a todos mis monstruos.

Cuídalos... 

Y mátalos con cariño".

sábado, 14 de octubre de 2017

París se nos queda pequeña.



“Si te atreves, no me sueltes”.

Me abrazas
y el mundo lo siento un poco menos cruel.

No haces que tenga que disfrazarme, no tengo porque fingir cuando las cosas no me van bien; porque siempre vas a pillarme, tampoco me hace falta ocultar el miedo que tengo de que ya no quieras quedarte conmigo. Porque llegará ese día que rasques las paredes de mi piel más de la cuenta y verás que no tengo mucho que ofrecer para lo que te mereces.

Un par de besos por cada vez que me muera por verte.
Una cama dónde me pasaría la vida abrazándote.
Un café para mí… y para ti lo de siempre, una taza doble de Cola Cao.
Y que no se nos olviden las flores y corazones que tanto me haces odiar.

Te veo sobre mi cama y… estás tan guapa. Después de hacerte el amor, desnuda, sobre mí… con esa sonrisa que me hace agujeros en el pecho y… que paren el mundo que yo me bajo.

Me toca abrazarte… llenarte de besos, buscar mis partes favoritas de ti entre las sábanas…
¿Y si me das unos minutos de más y volvemos a querernos otra vez?

Quiero quedarme a vivir en cada segundo de ti.