lunes, 1 de octubre de 2018

El peor de mis vicios.


Dile todas las formas
en que quieres hacerle el amor,
pero susúrraselas rozando su oído.

Tiene un sabor distinto,
otra saliva,
otra mujer.

Cómo me gusta sentir el peligro,
cómo me encanta jugar con fuego
cuando estoy rota.

Siento cómo quiere aferrarse a mi boca,
y no dejar de hacerme daño
con sus palabras,
desenterrando mis trapos sucios emocionales.

Deja de acertar justo en el blanco,
no te atrevas a arrastrarla a esto.
Ya conseguiste lo que buscabas.
Déjala en paz,
no me hagas recordar.

Introduce sus dedos más profundo,
pero en mi garganta,
para callarme.
Y tira, tira de mi boca
hasta su cintura,
presionando justo donde
quiere encontrar mi lengua.

Y tú sigues ahí.
Cierro los ojos,
no quiero que me veas,
no quiero que descubras
lo que oculto cuando
necesito dolor para aguantarlo.

No puedo parar aunque lo intente.
Necesito esta adicción
para expulsarte de mí.

No me juzgues,
tú soltaste la cadena.
Y ahora vuelvo a morder,
con rabia.

Otra recaída más intensa
dentro de esta jaula.

Quizás no sienta nada,
pero quema,
y alivia.

Me drogo.
Te vas,
poco a poco,
otra vez,
un rato,
paz.

Se van esas náuseas
que provoca el dolor
que recorre mi cuerpo.

Me rindo, me rindo…
suéltame las manos.

Me rindo entre estas piernas
que me dan la adrenalina
para soportar un día más
en el que despierto
y no estás conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario