miércoles, 27 de diciembre de 2017

Emociones desenfrenadas.




Sentí dentro dardos
en aquella incómoda postura
de saber que estabas tan cerca
pero que nunca escuchabas
como lanzaba botellas de auxilio.

No veías dentro de mí.
Me sentí una más de cientos
cada vez que cruzabas la puerta
y me dejabas sola.
Tragando todo el agua derramada por el suelo.

Más que dolor
en mi costado
se clavaron puñales
de cada uno de nuestros besos.
  De los que ya no sabía ni cuáles era su sabor.

Esta vez no,
no me quedaré con las ganas
de decirte que mataste
todas y cada una de mis mariposas.


Que no me quedan ganas.
Me quedas tú.
Y esta extraña manera de odiarte,
más de lo que llegué a quererte
sin ser capaz de tocarte.