Te pienso besar
hasta que me recuerdes quién soy,
quién soy contigo.
Y entonces me buscas,
y te busco
entre nuestras miradas,
nuestras ganas de quedarnos un
poco más
con las sábanas tiradas por el
suelo
y mis besos recorriéndote.
Que guapa te pones cuando me
miras
y me dices de esa forma tan
peculiar
que no dejas de quererme ni un
segundo.
Sonrío
y quedándome
clavada en tu boca,
hago que empiece
bajar mi mano
para ponerte
nerviosa,
para descubrir más
cosas de ti
de las que ya
conozco.
Quiero hacértelo
todo.
Todo lo que me
gusta,
en todos esos
sitios
que son
un espectáculo si es contigo.
Aunque aún no he
escrito
que quiero matar
todas mis ganas
dentro de ti.
Engañarte a besos,
explotarte la risa floja,
de tanto hacer ese deporte
extremo
de encajar posiciones
de tu cuerpo con el mío.
Enseñarte las 51
formas
de decirte que te
quiero
de la misma forma
que cambio el
sonido de tus gemidos.
respirando el
mismo aire.
En definitiva,
ver cómo te mueres por mí.
Sin saber que lo malo de
quererme
y morir por mí,
es que soy un incendio sin
control
con el que querrás volver a
incendiarte
mientras yo te escribo en la
boca
cada una de las letras de mi
nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario