lunes, 18 de junio de 2018

Cierra los ojos.



No puede faltar esa mirada,
esa mezcla de agotamiento y deseo,
esa cara que pones después de perderte conmigo.

Y ese tanga negro,
abandonado sin pudor en el suelo,
testigo silencioso de nuestras ganas desbordadas.

Si quieres,
después me susurras al oído
el sabor de tus labios,
mientras en el fondo suena C. Tangana
y el mundo desaparece a nuestro alrededor.

Bendito trap,
bendito culo que no dejo de devorar.

Déjame embriagarme de tu poder,
ese que siento cuando tu piel se ofrece sin defensa,
cuando cada caricia tuya me derrite por dentro.

Quiero verte ceder,
doblarte y abrirte en las posturas que te quitan el aliento,
esas que me gritan cuánto me deseas.

Toma mis dedos,
sumérgelos en tu humedad,
luego llévalos a tu boca
para que sepan a ti, a ese deseo encendido.

Dime a qué sabe el fuego que arde en ti,
cuando estás mojada y esperas mi lengua.

Déjame explorar
ese paraíso oculto entre tus piernas,
donde tu sonrisa se convierte en gemido.

Hundo mi lengua en tu sexo,
siento cómo tus manos aprietan mi cabeza,
como si temieras que pare.

Quiero que me folles la boca,
que te corras justo ahí,
mientras mi lengua se pierde solo en ti,
en tu cuerpo, en tu sabor.

Cierras los ojos,
y entonces te siento encima,
nos fundimos en un solo cuerpo,
en un solo latido.

Y gritas, me llamas,
como quien se pierde por primera vez,
como quien se entrega sin reservas,
como quien quiere que esto nunca termine.

Hace tiempo que perdí todas las maneras contigo, amor,
y no quiero encontrarlas nunca más.

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