jueves, 22 de diciembre de 2016

Te hiero mucho.





     A veces, al escribir un guion, resulta difícil saber cuándo parar. Has llegado al final, pero no te das cuenta. Y sigues… y sigues… intentando dar con el final perfecto. Y solo consigues estropearlo todo. Mi historia con ella acabó hace tiempo, y no supe ver el final—soltó un leve suspiro, encogiéndose de hombros a los pocos segundos.

     ¿Y qué pasa con nuestra historia? —respondió ella.

     Deberíamos seguir escribiéndola, a ver dónde nos lleva…

     ¿Hay reglas? —preguntó. Mirándola a los ojos, de manera más intensa, como si hubieran pasado meses y hubiera estado echándole de menos.

     No, solo sigamos jugando—Dejó ver una sonrisa que se dirigía hacia su boca.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Defectos, pero sólo los tuyos.





     ¿Sabes que es lo que más me gusta de alguien? Sus defectos
     Pues te vas a enamorar locamente de mí
     No, me lo prohibiste ¿recuerdas? Era peligroso
     ¿Encima me escuchas cuando hablo?

jueves, 8 de diciembre de 2016

¿Jugamos?





     ¿Te gustan los parques? Porque a mí sí, es emocionante como un niño se acerca a otro y le dice: “¿Jugamos?”, y se ponen a jugar —dijo. No sé, cuando te vi pensé que querías jugar conmigo. ¿Jugamos?

     ¿A que jugamos? —respondió él.

     Eso es lo que nos diferencia de los niños. Ellos siempre quieren saber  a qué están jugando. Pero tú y yo, vamos a descubrirlo mientras jugamos —Dirigió su mirada hacia la taza de café que sostenía en sus manos.

     ¿Cuánto va a durar el juego? —Se aproximó más hacia el cuerpo de ella, casi intimidándola.

     Hasta que nos aburramos—se mordió el labio inferior,  limitándose a mirarle.

     ¿Hay reglas?

     Sí, hay reglas. No quiero que averigües nada sobre mí. No quiero que sepas quién soy. Así que nada de teléfonos.

     ¿Algo más?

     Te gusta ir poco a poco, a mí no. No me gusta perder el tiempo. No quiero rodeos ni silencios incómodos. Así que si te pregunto algo, me respondes en el acto.

     ¿Y si no me da la gana? —dijo él en tono burlón.

     Miénteme, mentir es mucho más divertido y creativo que decir la verdad. Yo confío mucho en la mentira. Como dijo alguien: la mentira siempre dice la verdad.

     ¿Quién dijo eso?

     Yo, hace dos segundos —respondió ella.

     Muy bien, te mentiré. ¿Alguna norma más?

     Sí, la más importante. Pase lo que pase, no te enamores de mí —Ella se volvió hacia su bolso para ir recogiendo sus cosas, tenía prisa.

     ¿Es peligroso? — preguntó él en tono misterioso, observando los movimientos de ella.

     Sí, mucho —afirmó ella.

     ¿Para mí o para ti?

martes, 6 de diciembre de 2016

Desconocidos.





     No me digas tu nombre, no quiero saber cómo te llamas —dijo ella.

     ¿Y eso? —dijo él mirándola.

     Porque no quiero llamarte como te llaman los demás —Ella se volvió para que no viera su sonrisa—.

     ¿Por qué?

     Porque te quiero poner un nombre que signifique algo para mí. Y tú harás conmigo lo mismo. ¿Crees que estoy loca? —preguntó ella.

viernes, 18 de noviembre de 2016

Tóxico.





Había oído hablar de ese cosquilleo, ese que empieza en la punta de tus de tus dedos y acaba en la espina dorsal de tu espalda, recorriendo una a una tus costillas, pasando desde tus costados hasta tus dedos nuevamente, un vaivén bastante irreal pero al mismo tiempo verídico. Porque ese simple cosquilleo es capaz de hacerte perder toda razón, el lugar deja de tener importancia, el momento, el día e incluso la hora pierden sentido.

Ese cosquilleo alimenta todo tu sistema nervioso y por un instante, solo por un instante dejas de preocuparte por si respiras o no, o por si el motor central sigue latiendo.

Es cierto, todos son gestos involuntarios, movimientos que ni siquiera controlas pero eres consciente de que están ahí. Bien, en un momento así dejas de ser consciente de cada movimiento involuntario de tu cuerpo, dejas de ser consciente hasta de los movimientos que haces de manera voluntaria.

La falta de aire empieza a preocuparte pero no para mal, todo lo contrario, te alegras hasta de tener esa falta de aire, de dejar correr todos y cada uno de tus sentidos, porque al otro lado hay alguien capaz de agarrar algo tan simple para terminar por corromper esos sentidos. No hay nada ni más vacío ni más lleno, solo está ese cosquilleo recorriendo tu cuerpo, pasando incluso por tu interior.

Todo un recorrido acompañado también por una especie de escalofrío que mezcla la parte más fría con la más intensa, esa parte intensa que no consigues atrapar, ni detener pero tampoco consigues describir. Todo ese cosquilleo, ese escalofrío, esa mezcla de sensaciones pude experimentarlas, una a una, paso a paso, alterando por completo mi manera de ser. Pero olvidaba algo, algo de lo que no había oído hablar. ¿Sabías que existe también un límite infranqueable, una línea que separa lo pura y sanamente intenso de lo más desabrido, seco y vacío? Pues sí, existe y también pude experimentarlo. 

Todo ese cosquilleo, todas esas sensaciones y esos escalofríos dejaron de tener sentido, lo que creí que en su día estuvo lleno, en aquel momento se volvió vació y oscuro. Mi cuerpo dejó de responder, se volvió también desabrido, todo se perdió. De un momento a otro, todos esos momentos que pude haber compartido contigo se perdieron.