Había oído hablar de ese cosquilleo, ese que empieza en la
punta de tus de tus dedos y acaba en la espina dorsal de tu espalda,
recorriendo una a una tus costillas, pasando desde tus costados hasta tus dedos
nuevamente, un vaivén bastante irreal pero al mismo tiempo verídico. Porque ese
simple cosquilleo es capaz de hacerte perder toda razón, el lugar deja de tener
importancia, el momento, el día e incluso la hora pierden sentido.
Ese cosquilleo alimenta todo tu sistema nervioso y por un
instante, solo por un instante dejas de preocuparte por si respiras o no, o por
si el motor central sigue latiendo.
Es cierto, todos son gestos involuntarios, movimientos que
ni siquiera controlas pero eres consciente de que están ahí. Bien, en un
momento así dejas de ser consciente de cada movimiento involuntario de tu
cuerpo, dejas de ser consciente hasta de los movimientos que haces de manera
voluntaria.
La falta de aire empieza a preocuparte pero no para mal,
todo lo contrario, te alegras hasta de tener esa falta de aire, de dejar correr
todos y cada uno de tus sentidos, porque al otro lado hay alguien capaz de
agarrar algo tan simple para terminar por corromper esos sentidos. No hay nada
ni más vacío ni más lleno, solo está ese cosquilleo recorriendo tu cuerpo,
pasando incluso por tu interior.
Todo un recorrido acompañado también por una especie de
escalofrío que mezcla la parte más fría con la más intensa, esa parte intensa
que no consigues atrapar, ni detener pero tampoco consigues describir. Todo ese
cosquilleo, ese escalofrío, esa mezcla de sensaciones pude experimentarlas, una
a una, paso a paso, alterando por completo mi manera de ser. Pero olvidaba
algo, algo de lo que no había oído hablar. ¿Sabías que existe también un límite
infranqueable, una línea que separa lo pura y sanamente intenso de lo más
desabrido, seco y vacío? Pues sí, existe y también pude experimentarlo.
Todo ese cosquilleo, todas esas sensaciones y esos
escalofríos dejaron de tener sentido, lo que creí que en su día estuvo lleno,
en aquel momento se volvió vació y oscuro. Mi cuerpo dejó de responder, se
volvió también desabrido, todo se perdió. De un momento a otro, todos esos
momentos que pude haber compartido contigo se perdieron.
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