sábado, 10 de noviembre de 2018

Delirio somático.


Siento la sangre  descontrolada por mis venas.
Me ahoga este deseo.
Me asfixia la incertidumbre.

No puedo respirar y zafarme de sus garras.

Otra vez ha sonado el despertador.
Vuelvo a escuchar ese pensamiento
que me recuerda que te sigo echando de menos.

Pero no puedo dar un paso atrás,
no debo hacerle caso
a un desequilibrado corazón.

Una parte de mí dice sí,
ve por ella.

Y la otra me dice déjalo ir,
no te lo mereces.

¿No crees que mereces más
de lo poco que te dan?

Y en ese momento choco
y exploto,
entro en shock,
bloqueo metal,
metástasis paralizadora
por todo el cuerpo.

Cuento...
y en apenas segundos
vuelvo a vomitar los recuerdos
hasta perder el control
de mis emociones.

He puesto perdida la habitación
Con un charco de fragmentos de la historia
de tu cuerpo con el mío.

Amándose,
clavándose las uñas,
mordiendo las sábanas
y terminando en catarsis
hasta reventar de la risa.
Esa risa que te sale al final
de cada gemido
que emites después de correrte
pegada a mi cuello.

Meto los dedos en la boca
y sigo vomitando.

Tienes que irte de alguna forma.
Deja de hacerte daño.
Fue suficiente con una vez.
Ya basta.
Para.

Odio la cruz que provoca
esta atadura sentimental a tu veneno.

No soporto la locura
de escribirte a todas horas.


Cállate, deja de mirarme con esos ojos Salomé.
Deja de cambiarte de vestido por la noche en otras camas, Roxanne.

No hay comentarios:

Publicar un comentario