viernes, 5 de octubre de 2018

Eidética.


Estábamos allí, sobre esa cama,
en aquella habitación que tanto preparas siempre a tu gusto. 
Te sientas encima, 
con tus brazos rodeando mi cuello 
y tus piernas mi cintura como si de un koala se tratase. 
Al que nunca has querido soltar por la selva 
para que jugara otra vez a su juego favorito.

Me miras, y aparece tu risa floja.
Te miro, y me haces temblar cada mariposa del estómago.
Otra vez esa cara de vergüenza 
y esas ganas profundas de besarnos.

Vuelven tus ganas de tocarme,
de tirar de mi pelo hacia tu boca
y recorrer cada hueco que crees que necesitas.

Tus labios vuelven a ser mi credo.

Reaparecen tus ojos con los míos,
y da miedo. 
Me acojona todo lo que me haces sentir 
porque no puedo soportar un cambio de marcha más 
sin tener el cinturón de seguridad. 
Pero a mí esa boca tan rota me pone a doscientos por hora 
y es la que me pasaría la vida curando de fracasos y dudas.

Separo tus manos,
de mí,
de mi cuerpo.

Tengo que irme, no puedo quedarme.
No me grites lo que estás callando. 
No me llores en un último abrazo. 
Deja que me vista. 
Que te de un último beso. 
Que te escriba una nota 
antes de cerrar la puerta.

Joder,
si que nos vamos
a echar de menos.

He vuelto a mis recuerdos porque 
quería imaginar como hubiera sido una vez más, 
me apetecía recordarnos. 
Me apetecía recordar 
esas ganas de besarte, 
hacerte el amor, 
el café...

Encontrarás a alguien, 
quizás más guapa, 
más alta, 
más de cerca, 
con más ganas 
o incluso que 
te sepa entender mejor. 

Lo único que no va a darte,
es el corazón con las ventanas abiertas 
y esas ganas de arrasarte, 
sabiendo que puede perderse 
en un laberinto. 

Tendrá que rasgar y rasgar cada historia, 
cada recuerdo y cada mala racha 
que no sueles contar 
y deberá saber que a veces 
necesitas exilio para volver a casa.


Te giras
y me das la espalda para vestirte,
antes de fumarte el cigarro
que nos acabará consumiendo
de tanto habernos querido.

Y que triste,
acabar una historia de dos
que no saben irse ni despedirse.

Abandono mi recuerdo frente a tus fotos y... 
cómo duele(s).

No hay comentarios:

Publicar un comentario