martes, 23 de mayo de 2017

Herida abierta.



La última noche, ya me estaba despidiendo de ti.
En aquel abrazo, pegado a mi pecho,
te decía adiós sin atreverme a mirarte a los ojos,
como hacen los cobardes.

Mentía como si no tuviera corazón,
como si no me importaras.

Y te besé, justo antes de que la noche se apagara,
una rendición más, entregada solo a ti.

Habría hecho cualquier cosa para no retenerte,
para dejarte ir y verte feliz, aunque fuera sin mí.
Porque cometí el error de jugar con fuego… y quemarte.

No quiero más incendios contigo,
sin antes leer la letra pequeña y entender el riesgo.

No pude dejar pasar los días mientras te consumías,
mientras te apagabas poco a poco.

Ya lo decía Andrés:
“Yo estaré sin ti,
tú estarás mejor.”

A mí todavía me quedan dudas que van y vienen,
una cicatriz que duele,
una guitarra callada,
y letras que aún debo coserme al pecho.

Prometí cuidarte,
pero no quieras saber de mí ahora.

Si llueve,
apareceré con mi paraguas de emergencia,
aunque tú no lo pidas.

Si algún día me preguntan por mis vicios,
les hablaré de ti…
y de cómo sigo escribiéndote.



jueves, 4 de mayo de 2017

Vulnerables.





No recuerdas nada. Ni siquiera cómo llegaste hasta aquí.

No sabes cuántos días ni noches han pasado, ni cuántas personas han rodado sobre tu cama.
No sabes cuántos besos has desperdiciado, ni cuántas mentiras has soltado y a quién. Esa es la cuestión.

Solo sabes que te sientes culpable por no poder parar.
Porque en ese descontrol evitas enfrentar el dolor que llevas escondido en el pecho.

No preguntas nombres ni detalles, porque sabes que no las volverás a ver.
Una tras otra… “¿me llamarás?”
¿Cuántas veces has dicho eso?
¿Cuántas veces has respondido “claro, no lo dudes”?

Mientes. Siempre mientes.

No quieres sentir, no quieres enamorarte.
Te niegas a ti mismo la posibilidad de volver a caer.

Supongo que no puedes permitírtelo.

Porque tener corazón nos hace vulnerables.