No te acuerdas de nada. Ni si quiera te acuerdas de cómo has llegado
hasta aquí.
No sabes sinceramente cuantos días y noches han pasado, no sabes ni cuantas
personas han rodado sobre tu cama. Ni cuantos besos has malgastado ni cuantas
falsas palabras habrás soltado por la boca y a quién, esa la cuestión. Sólo
sabes que te sientes culpable, por no saber parar. Porque de esta forma evitas
soportar todo el dolor que escondes en el pecho.
No preguntas ni nombres a cada una de ellas, porque sabes que no las
volverás a ver. Una… y otra… “¿me llamarás?” Cuantas veces habrás dicho eso.
Cuantas jodidas veces habrás dicho “claro, no lo dudes”. Mientes. Siempre
mientes.
No quieres sentir, no quieres enamorarme. Te niegas a mí mismo a
conducirte otra vez a ello.
Supongo que no puedes permitírtelo.
Porque tener corazón, nos hace vulnerables.
No hay comentarios:
Publicar un comentario