martes, 11 de abril de 2017

No saben de ti.



Aprendí que no todo tiene por qué tener un final degradante o desagradable. Siempre detesté los finales por el mero hecho de que me dejaban en un estado del que siempre, absolutamente siempre me costaba salir. De esos finales en los que te ahogas y ni siquiera sabes cómo salir a la superficie. Sí, en efecto, esa era la sensación. Pero entonces, sin más, una noche volteas tu rostro y ahí está, alguien caminando a tu lado, con las manos en los bolsillos, en silencio, diciendo nada y todo a la vez. Porque no hace falta nada más, está ahí, sin hacer preguntas, sin dejar reproches, simplemente caminando y vigilando que estés a gusto. Entonces entiendes que aunque la noche haya sido común y normal será mil veces más diferente que todas las demás, será una noche en la que recordarás a ese alguien a tu lado sin pedir nada a cambio.

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